- Todos somos distraídos porque tenemos nuestros sueños; sólo la continua repetición de las cosas termina por impregnarnos en ellas.
- Todo silencio está hecho de palabras que no se han dicho.
- Nuestras obras representan un periodo de nuestra existencia que hemos pasado ya, en la época en que las escribimos.
- El placer y el sufrimiento son dos sensaciones muy parecidas.
- No veo por qué el placer tiene que ser despreciable por ser sólo una sensación, cuando el dolor también lo es.
- Los demás ven nuestra presencia, nuestros ademanes, nuestra manera de formar las palabras en los labios; sólo nosotros podemos ver nuestra vida.
- La gente que habla de oídas se equivoca casi siempre, porque sólo ven lo de fuera y lo ven de una forma grosera. No se figuran que los actos que juzgan reprensibles puedan ser al mismo tiempo fáciles y espontáneos, como lo son la mayoría de los actos humanos. Echan la culpa a los malos ejemplos, al contagio moral y sólo retroceden ante la dificultad de explicarlos. No saben que la naturaleza es más diversa de lo que suponemos: no quieren saberlo porque les es más fácil indignarse que pensar.
- La vida en común desarrolla la brutalidad.
- Toda felicidad es inocencia.
- El sufrimiento nos hace egoístas porque nos absorbe por entero; sólo más tarde, en forma de recuerdo, nos enseña la compasión.
- No son nuestros vicios los que nos hacen sufrir, sólo sufrimos por no poder resignarnos a ellos.
- Tener mérito al abstenerse de cometer una falta es ya, de alguna manera, sentirse culpable.
- No estamos completamente solos, por desgracia; siempre estamos con nosotros mismos.
- El mundo, a veces demasiado severo, compensa su dureza con su falta de atención.