Antony Beevor, La Guerra Civil Española.
Göring, David Irving
Eternamente Franco. Pedro Fernández Barbadillo
Franco y el III Reich - Luis Suárez FernándezEl Vaticano preconizaba una solución para el problema vasco, donde sacerdotes operaban como capellanes entre los gudaris y nueve de ellos habían sido ejecutados antes de que Franco llegara al poder y lo impidiese: mediar para que los nacionalistas vascos firmasen un acuerdo. Franco no estaba dispuesto a admitir las demandas separatistas, ya que España formaba una unidad; estaba además convencido de que si los rojos ganasen, repetirían el gesto de Ucrania eliminando a los nacionalistas.
Pero entonces se produjo Guernica. Se estaba demostrando que el arma aérea era el instrumento más eficaz. Los bombardeos provocaban víctimas entre la población civil y esto se había comprobado ya en varias villas y ciudades. La propaganda británica y las circunstancias coyunturales hicieron que la prensa creyera que el bombardeo de Guernica era un caso singular. El 26 de abril de 1937 la Villa Foral, donde los Reyes Católicos juraran las libertades, sufrió dos pasadas. Una primera de aviones Savoia procedentes de Soria, y la segunda dos Heinkel y dieciséis o diecisiete Junkers alemanes. Según el testimonio que el coronel Galland presentó ante el Tribunal de Núremberg, los españoles no estaban informados de la operación consistente en destruir un puente, cortando así las comunicaciones de los republicanos con su retaguardia. Pero la poca exactitud de los medios hicieron que las bombas cayeran sobre el casco urbano, causando víctimas. Ni la Casa Foral ni el caso antiguo fueron afectados y los bomberos actuaron con eficacia. Se han comprobado al menos 126 víctimas. Los equipos asturianos de demolición completaron la tarea antes de que Guernica fuese conquistada por los tradicionalistas el día 26. Pero el panorama era desolador.
Vinieron luego los errores en las noticias de uno y otro bando que contribuyeron a hacer de Guernica un símbolo de la crueldad alemana. Indalicio Prieto dijo a los periodistas que Göring había dado expresamente la orden para demostrar el poder de la Luftwaffe. El mando alemán negó al principio que se hubiese producido tal ataque y el Cuartel General de Salamanca repitió la noticia diciendo que eran los mineros asturianos los que habían "demolido la Villa Foral carlista y, por vasca, españolísima". Las mentiras suelen perjudicar a quienes las utilizan. En los informes que el día 27 el mando alemán pasó a sus superiores se hablaba de una operación rutinaria.
Gracias a los estudios de Vicente Talón, Brian Crozier, Salas Larrazábal y Ángel Viñas, estamos en condiciones de movernos con más precisión. La preparación de la operación fue seria y llegaron a emplearse bombas de 250 kilos. la orden fue dada por el mando alemán, que no consultó ni a Mola ni al Cuartel General de Salamanca. Richthofen, que dirigía el ataque, llamó a las seis de la mañana al general Vigón yle dijo que iba a operar sobre Guerricaiz. Ninguna orden vino de Berlín. El Cuartel General de Salamanca creyó que el bombardeo se había producido el día 27 y el mando alemán pudo responder que nada se había hecho en dicha fecha; de ahí nació el despropósito de culpar a los mineros asturianos, que, en fecto, destruyeron instalaciones militares al retirarse. Cuando Franco tuvo, al fin, noticia de lo sucedido, montó en cólera y llamó al agregado militar Hans von Funck para decirle que "bajo ninguna circunstancia consentiría una guerra total contra su propio pueblo". De modo que Guernica influyó negativamente en las relaciones entre el franquismo y el Eje.Sperrle fue relevado y se dispuso que en adelante la Legión Cóndor operaría bajo el mando superior español.
Quedó demostrado que la precisión en los bombardeos era aun muy escasa; los aviones habían equivocado el objetivo. Se aprovechó la experiencia para perfeccionarla sin atender al coste de vidas no militares. Londres, Leningrado, Leipzig o Hiroshima lo demostrarían. en septiembre de 1937 una comisión presidida por el ingeniero Estanislao Herrán, en la propia Guernica, pudo precisar el daño de las bombas y de las demoliciones; su informe coincide con el que Arvhibald Jones envió a Londres pocos días después de la conquista de la ciudad. Se silenció el informe de Herrán para no resucitar la cuestión. Algunos testigos dijeron haber visto la cruz gamada en los aviones; esto es falso, ya que todos operaban con insignia española. Vascos y navarros que pertenecían a las filas de los nacionales también mostraron su disgusto, aunque el árbol de Guernica, ahora custodiado por boinas rojas, no había sufrido daños. Coincidimos con lo que dijeron Ricardo de la Cierva y Luis María Olaso. "Nadie ha podido demostrar jamás la existencia de una orden de Franco para destruir Guernica, porque tal orden nunca existió". Dos fueron los daños que este sufrió: que se ensayara en España el procedimiento de bombardeos destructivos y ocultar o tergiversar el suceso.
Guernica se ha convertido en capítulo esencial para la propaganda contra Alemania. El 28 de abril un periodista británico, L. Steer, que nunca había estado en Guernica o sus alrededores, publicó en el Times y en el New York Times una crónica culpando de todo a los alemanes. Nadie mencionaba a los italianos que formaran la primera oleada. Llegaría a decirse que el ataque había tenido lugar en día de mercado, algo suspendido radicalmente a causa de la guerra. Puntualicemos también que se estaban produciendo bombardeos peores. El presidente vasco, Aguirre, nos ayuda a entender la singularidad diciendo que "los aviadores alemanes al servicio de los rebeldes españoles han quemado la ciudad histórica venerada, mostrando una vez más que Euskadi no puede esperar nada de quienes no vacilan en destruir el país". De ahí que el padre Olaso no acudiera a la cita con el enviado vaticano, de modo que el proyecto de negociación no llegó siquiera a iniciarse.
Miembros de la Legión Cóndor se mostraron desolados: no era eso lo que se buscaba. El 28 de abril, poco antes de abandonar el mando, Sperrle trató de justificarse ante sus superiores: "Las órdenes para los Ju52 del K/88 el 26 de abril eran la siguientes, atacar un puente y cruce de carreteras al este de Guernica. Los K/88 y VB/88 han informado que según observación no cayeron bombas en la ciudad. Ya había incendios en la ciudad antes del ataque". Así se cerraba el círculo de errores que contribuían a incrementar la desconfianza de Franco hacia sus posibles aliados. Por Europa circuló la versión de que miles de personas habían muerto por la crueldad alemana. Sin pretenderlo se estaba descubriendo una verdad; en la próxima guerra las víctimas civiles superarían a las militares.
La Guerra Civil EspañolaEL CASO DE GUERNICA
El acontecimiento más tristemente famoso de toda la guerra fue el bombardeo de la localidad vizcaína de Guernica, de 7.000 habitantes -incluido su extrarradio-, lugar de tradicionales ceremonias vascas, que tuvo lugar a finales de abril de 1937, durante la primera fase de la campaña del norte. No fue este el primer bombardeo importante en la zona, ya que el intento alemán de bombardear Bilbao el 4 de enero fue un total fracaso. En la capital vizcaína murió una sola persona, pero el resultado principal fue la matanza como represalia de 224 prisioneros políticos a manos de los bilbaínos, así como la muerte inmediata, a golpes, de un aviador alemán que había saltado en paracaídas.
La Legión Cóndor tuvo un papel importante en la campaña de Vizcaya, lanzando hasta 70 toneladas de bombas en solo unos días, una cantidad enorme para lo que fue la guerra de España. Con la tecnología disponible, los aviones no podían realizar bombardeos exactos, y la única manera de acertar en un objetivo era mediante operaciones de saturación sobre la zona elegida. Una de las más eficaces fue un ataque contra las posiciones vascas en el frente de Ochandiano, donde se lanza ron 60 toneladas de bombas en masa, que segaron la vida de más de 200 soldados y abrieron una vía de penetración para las tropas de Mola.
La principal restricción sobre los bombardeos en Vizcaya fue el veto impuesto por Franco cuando el general de división Hugo von Sperrle, comandante de la Legión Cóndor, pidió permiso para sembrar el terror con otro bombardeo en Bilbao después de que los civiles vascos hubieran apaleado a muerte al aviador alemán el 4 de enero. Franco se negó porque, como un coronel de la Luftwaffe escribió años después, «políticamente era algo inaceptable». Franco quería evitar las provocaciones innecesarias en Vizcaya, donde todavía esperaba convencer a los nacionalistas vascos para que abandonaran la alianza con la República. Ordenó que solo se atacaran ciudades y pueblos para alcanzar blancos militares. Estas directrices eran bastante parecidas a las que siguieron las fuerzas aéreas británica y estadounidense antes de la invasión de Francia en 1944, cuando durante varios meses atacaron instalaciones militares e industriales ubicadas en muchas localidades francesas, causando la muerte de más de 35.000 civiles galos.
En contra de lo que se ha dicho, la operación realizada en Guernica no tuvo un carácter singular entre los ataques de ambos bandos, con la posible excepción de la cantidad de bombas incendiarias, que llegó a ser absolutamente normal en la guerra mundial. La Marina y las fuerzas aéreas republicanas habían lanzado ataques indiscriminados contra poblaciones con civiles desde el primer día de la guerra, y en septiembre de 1936 la publicación azañista “Política” alardeó de los daños causados en localidades «inundadas de hierro y fuego».
En los inicios de la campaña del norte, el mando nacional determinó que las ciudades de retaguardia serían bombardeadas prácticamente de forma indiscriminada si constituían objetivos militares directos. Un defecto principal de la estrategia aérea fue, sin embargo, la falta de coordinación completa entre los mandos nacionales, alemanes e italianos. Al comienzo, hubo tres bombardeos intensos en Durango, de 9.000 habitan tes, la segunda ciudad de Vizcaya -a pesar de ser entonces una localidad mayoritariamente carlista y no nacionalista-, porque estaba situada justo detrás del frente inicial. En tres bombardeos, del 31 de marzo y el 2 y el 4 de abril, se lanzaron casi 15.000 kilos de bombas, lo que causó una importante destrucción en la población. En un principio, las autoridades hablaron de 200 civiles muertos, pero una investigación posterior reveló que se produjeron 336 bajas mortales.
Debido al escaso número de las tropas nacionales, el avance era muy lento, pero, finalmente, el 25 de abril se consiguió romper una parte del frente y ya era evidente que los vascos tendrían que retroceder, concretamente a través de Guernica. En la mañana del 26, el teniente coronel Wolfram von Richthofen -sobrino del famoso «Barón Rojo» de la Primera Guerra Mundial-, jefe de operaciones de la Legión Cóndor, preparó un bombardeo de la ciudad por la tarde. Como todos sus colegas alemanes e italianos, no estaba nada satisfecho con el avance lento de Mola y, posiblemente, no entendían que Franco fuera tan poco generoso con el número de tropas asignadas a la ofensiva. Richthofen buscaba alentar una operación de tenaza para copar a los gudaris antes de pasar por Guernica. No cabe duda de que la ciudad era un blanco militar legítimo por su situación, según las normas de guerra de la época, ya que estaba situada a 10 kilómetros del frente y el objetivo era destruir su puente y también una parte significativa de la ciudad, para bloquear las comunicaciones y hacer o difícil o imposible la retira da vasca. Albergaba tres batallones de tropas vascas y varias pequeñas fábricas de armas y municiones que producían, entre otras cosas, bombas incendiarias parecidas a las que destruye ron la localidad. El hecho de que Guernica contara con seis refugios antiaéreos es señal de que que las autoridades municipales también la consideraban un posible blanco. El 26 era día de mercado, pero este quedó suspendido a mediodía por la sensación de peligro reinante, y, en total, había poco más de 5.000 civiles en la ciudad, pues muchos ya habían sido evacuados.
Richthofen buscaba probar la eficacia de combinar bombas explosivas con bombas incendiarias para provocar una gran destrucción urbana. El plan incluía un componente de terror subsidiario, ya que también participarían cazas para ametrallar a la población. En cambio, la idea de que contemplaba objetivos políticos o simbólicos para «punir» o «atemorizar» a los nacionalistas vascos es absurda, porque un militar extranjero como Richthofen no tenía el menor conocimiento de tales asuntos y no hay mención alguna a ello en su diario y en sus notas. El único objetivo político, si existió, habría sido demostrar la fuerza militar alemana y su importancia para la España franquista.
Participaron en el ataque 47 aviones, entre ellos 29 bombarderos medios y cinco cazas alemanes, y tres bombarderos y 10 cazas italianos, y se lanzaron 27.250 kilos de bombas, principal mente bombas pesadas de 250 kilos y bombas incendiarias. El ataque se llevó a cabo en tres fases: 1) Entre las cuatro y las seis de tarde, de modo desorganizado, tres bombarderos alemanes lanzaron sus bombas contra el puente, objetivo principal de la operación. Ni una sola dio en el blanco. 2) Sobre las seis y media, llegaron los demás bombarderos, que, durante un espacio de veinte minutos, lanzaron todos sus proyectiles sobre la ciudad, provocando numerosos incendios. 3) Sobre las siete, y durante más de media hora, los cazas atacaron con sus ametralla doras las carreteras que rodeaban la ciudad.
La segunda fase fue la decisiva. El objetivo era destruir los distritos lindantes del sur para bloquear la carretera y el por paso la ciudad. Con la combinación de bombas pesadas e incendiarias, el efecto fue demoledor, con cientos de casas derribadas y multitud de materiales de madera incendiados. Casi la mitad de los edificios de la ciudad quedaron destrozados.
Después de algunos días surgió el debate sobre la cifra de víctimas. Las autoridades vizcaínas llevaron a cabo un censo, pero eliminaron muchos datos, probablemente porque no respaldaban las pretensiones propagandísticas. A falta de un re cuento oficial correcto, parece que fueron unos 200 muertos, o sea, menos que en los bombardeos de Durango. La destrucción de la ciudad fue más el resultado de los incendios explosiones, lo que explica la cantidad relativamente pequeña que de las de víctimas. Los bomberos de Bilbao, que estaban a 34 kilómetros de distancia, tardaron horas en llegar y al final se retiraron, incapaces de controlar el incendio. Casi milagrosamente, el principal elemento histórico de Guernica, el legendario roble bajo el cual se habían jurado diversos cargos en generaciones anteriores, no sufrió daños.
Aunque el bombardeo no fue otra cosa que una improvisada aquel mismo día por el Estado Mayor de la Legión Cóndor , sin duda, bastante confusa en su realización, para Richthofen constituyó un éxito táctico, porque, como anotó, «la localidad quedó completamente cerrada al tráfico durante veinticuatro horas». Sin embargo, no alcanzó ningún éxito estratégico debido a la ausencia total de coordinación con el man do de Mola. El avance de la infantería siguió siendo muy lento y las tropas vascas tuvieron tiempo más que suficiente para retirarse tres días después.
El bombardeo desde el aire de una ciudad no implicó, en sí mismo, la menor novedad en el conflicto español, y también había precedentes en el hecho de que Richthofen experimentara con una técnica nueva, ya que era algo frecuente entre los mandos alemanes y soviéticos en España. En realidad, la de Guernica fue una operación más secundaria, como objetivo militar, que la de Durango y otras. Y lo más singular, al fin y al cabo, no fue tanto la cantidad de víctimas como la proporción de la ciudad que resultó destruida, aproximadamente la mitad. En otros bombardeos aéreos de ciudades durante la guerra mu rieron tantas personas como en Guernica, pero, proporcional mente, la destrucción de edificios fue aquí mucho mayor.
Los ataques contra Durango, donde murieron más civiles que en Guernica, pasaron casi totalmente desapercibidos entre todas las noticias de la guerra en España, mientras el bombardeo de Guernica pronto llegó a ser la principal cause célebre de todo el conflicto. En los últimos días de abril, había cuatro corresponsales internacionales en Bilbao y fueron indispensables para convertir el bombardeo en una enorme baza propagandística para los republicanos, que lo presentaron como una calculada acción terrorista. Pronto se añadió la cifra de 1.654 muertos, que elevaba al 800 % el número de víctimas, cantidad absolutamente desproporcionada, incluso en el contexto de la Guerra Civil española, que ha dado lugar a tantas exageraciones. El principal promotor fue el corresponsal británico George Steer, cuyo motivo parecía ser el de alertar a la opinión pública británica de los peligros de la guerra aérea moderna. Desde entonces en adelante, la denuncia de los bombardeos aéreos franquistas se convirtió en un elemento clave de la propaganda republicana. (No lo era en las primeras semanas de la guerra, cuando la mayor parte de esos ataques fue republicana. Empezó en noviembre de 1936, y mucho más con Guernica. Véase R. Stradling, Your Children Will Be Next: Bombing and Propaganda in the Spanish Civil War, 1936-1939, University of Wales Press, Cardiff, 2008.) Y aún más eficaz que los medios impresos fue el gran mural de Picasso, preparado para la Exposición Universal de París prevista para ese mismo año. Se convirtió en un símbolo mundial, el más notable retrato artístico de los horrores de la guerra moderna y sin duda el cuadro más famoso del siglo XX. (Habría que señalar que Guernica solo proporcionó a la obra su nombre y no su inspiración, porque Picasso ya había comenzado a pintarla an tes, en protesta por los horrores de la guerra, utilizando clásicos temas cubistas propios, y solo le dio ese título una vez iniciada la campaña propaganda.)
La campaña puso en serios aprietos al Gobierno de Franco, que negó cualquier responsabilidad, afirmando que los incendios habían sido provocados por revolucionarios anarquistas. La excusa no era convincente y el escándalo llegó a irritar incluso a Hitler, que insistió a Franco para que eximiera de cualquier responsabilidad a la Legión Cóndor. Irónicamente, puede que todo el asunto acabara beneficiando a Hitler-de alguna manera, era lo que planeaba Richthofen-, porque acentuó el temor a la capacidad de destrucción de la Luftwaffe y fomentó la actitud de apaciguamiento hacia el Führer, exactamente lo contra rio de lo que buscaba Steer.
El Gobierno republicano dio tanta importancia al bombardeo de Guernica y a otras incursiones aéreas de los nacionales, casi siempre más eficaces y destructivas que las de los republicanos, que a comienzos de 1938 instó a la Sociedad de Naciones a enviar una misión a España para evaluar cómo habían sido y sus consecuencias. La Sociedad lo remitió a una comisión cuyo informe acabó siendo contraproducente para los republicanos. Su conclusión fue que «tanto el reducido número [de aviones] generalmente implicados como las pautas de los bombardeos apuntaban a la existencia de una doctrina que otorgaba prioridad a la destrucción de determinados objetivos como puentes o estaciones de tren», no de blancos civiles indiscriminados.
El único gran bombardeo indiscriminado de una ciudad como objetivo deliberado para sembrar el terror fue el ordena do directamente por Mussolini en marzo de 1938. Pasando por encima de Franco y de la cadena de mando habitual, intervino personalmente para ordenar a los aviones italianos estaciona dos en Mallorca que durante tres días bombardearan el centro de Barcelona, acción que acabó con la vida de 980 personas, casi todos civiles. Esta fue la única vez que el Duce se inmiscuyó directamente en las operaciones militares en España, parece que con el objetivo de demostrar la destreza de los aviones italianos y atemorizar a la población civil. Estos ataques, carentes de motivación militar, irritaron enormemente a Franco. El papa Pío XI envió una nota reprendiendo al dictador español, aun que debería habérsela mandado a Mussolini.
Se ha dicho que los primeros grandes bombardeos aéreos de la Historia fueron las incursiones que tuvieron lugar en la Guerra Civil española, aunque esta afirmación sería más acertada si se comparan con la Primera Guerra Mundial, no con la Segunda, ya que durante la Gran Guerra ninguno de los dos bandos contaba con bombarderos pesados, que no entrarían en acción hasta 1941. Después de la campaña de Vizcaya, práctica mente los únicos bombardeos aéreos realizados por los nacionales sobre ciudades fueron los ataques contra los puertos orientales, cuyo objetivo eran las instalaciones portuarias, los almacenes y los medios de transporte. En realidad, puede que los republicanos realizaran más bombardeos individuales, aun que el resultado no fue muy positivo. Una de las excepciones fue la incursión realizada en noviembre de 1937 en la pequeña localidad cordobesa de Cabra, de dudosa relevancia militar, que acabó con la vida de, al menos, 100 personas. Durante toda la guerra, unos 8.000 civiles murieron en la zona republicana a causa de los ataques aéreos, mientras que en la zona nacional fueron poco más de 1.000.