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Los amos del mundo están al acecho. Cristina Martín Jiménez


El odio, la ira y la codicia se han convertido en el pan de cada día. No todos lo perciben, pero la verdad es que estamos en guerra para defender nuestra libertad. El ser humano ha nacido para ser libre e independiente, pero el sistema ha sido creado por los amos del mundo para que seamos dependientes y esclavos de él.

Y no podemos considerar un asunto trivial la nueva religión que han fabricado. Abogo por que la ignorancia sea considerada un pecado capital, sobre todo, la de quienes nos gobiernan. ¿Nos toman por idiotas absolutos?

Más que gobernados somos desgobernados y parece no importarnos. 

Es políticamente incorrecto creer en la existencia del Club Bilderberg, dudar de que el cambio climático sea generado por el interés de unos pocos hombres. Es políticamente incorrecto denunciar que la vacuna contra la gripe A atenta contra nuestro sistema inmunológico, que Obama no es quien asegura ser y que el núcleo duro de la masonería maneja los hilos del mundo. Es políticamente incorrecto pretender vivir libremente en África y es políticamente incorrecto escribir este libro. 

Nuestra cultura es el resultado del proyecto particular de los dominadores que se han sucedido en la historia, para quienes nosotros, es decir, el pueblo, no somos más que utensilios a expensas de sus intereses. 

El mundo, tal y como está establecido hoy día, es obra de Bilderberg. Sus miembros son los creadores del sistema de vida actual, son semidioses en la tierra, como sus antepasados lo fueron en las épocas precedentes. 

“¿Qué es un secreto?”, le preguntaron en una ocasión a Henry Kissinger. A lo que el emigrante alemán que escaló las cumbres más altas del poder en Estados Unidos respondió: “Un secreto es lo que uno no quiere ver en la portada de The New York Times”. 

El término “conspiranoico” lo inventó la CIA cuando los ciudadanos y periodistas estadounidenses comenzaron a hacer preguntas incómodas que ponían en tela de juicio que Lee Harvey Oswald fuera el asesino de Kennedy. Las personas pensantes no podían admitir las conclusiones de la Comisión Warren, encargada de analizar el magnicidio, porque no eran lógicas e insultaban a la inteligencia. El recurso de conspiranoia fue un insulto más que se ha alargado en el tiempo, demostrando que quienes lo inventaron estaban más asustados que aquellos que hacían lo que era lógico: pensar. 

Actualmente, se considera que hay entre cuatro y cinco millones de masones en todo el mundo, de los que la mayoría se encuentra en los países anglosajones, Estados Unidos, Reino Unido y los miembros de la Commonwealth. Pero no es nada desdeñable la proporción implantada en otros países como Alemania, Francia, Italia, España, Benelux, Canadá, Portugal y las ciudades más importantes de Iberoamérica.

Según afirmó Ramón Torres Izquierdo cuando era soberano gran comendador del Supremo Consejo del grado 33 del rito escocés antiguo y aceptado en España (2009-2012), el Parlamento Europeo está constituido por entre un 60 y un 70% de masones. Aseguró también que en el Gobierno de Zapatero había más masones que en el anterior y aun fue más allá: “Se puede afirmar que todos los valores que recoge la Constitución española de 1978 son defendidos por la masonería y me atrevería a decir más: la ética de la democracia es la masonería”. 

En 2010. De la Cierva desveló que el entonces presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, “es masón. Lo tengo documentado. Estoy convencido y tengo además sospechas fundadas de que algunos de sus ministros también lo son, aunque no puedo, de momento, decir sus nombres”. El historiador subrayó que actualmente la masonería en España tiene muchísima influencia y afirmó sin tapujos que el de José Luis Rodríguez Zapatero “es un Gobierno masónico como también lo es el Grupo Prisa”. De la Cierva criticó, además, que “la política ferozmente anticristiana y anticatólica de Rodriguez Zapatero está dirigida a erradicar la influencia de la Iglesia en la sociedad” y apuntó que el entonces presidente estaba siendo “más moderado” en sus actuaciones debido a la reacción mundial ante la muerte de Juan Pablo II y la elección de Ratzinger. 

Los presidentes de Estados Unidos suelen elegirse entre los miembros de Bilderberg, pero también los europeos. La primera vez que Anthony Blair estuvo en con los bilderbergs fue en 1993. Al año siguiente salió elegido presidente del Partido Laborista y en mayo de 1997 se instaló en Downing Street. Romano Prodi asistió a la reunión en 1999; en septiembre del mismo año alcanzó la Presidencia de la Comisión Europea. 

Rodrigo Rato también estuvo en Bilderberg previamente a ser nombrado director gerente del Fondo Monetario Internacional, y Esperanza Aguirre acudió en los años 1998, 1999 y 2000; posteriormente fue elegida presidenta de la Comunidad de Madrid, la primera mujer que accede a este cargo. A finales del año 2004 recibió con todos los honores a los participantes del Congreso Mundial de la Masonería, celebrado en España, y se fotografió junto a ellos en el Senado. 

Angela Merkel estuvo en la Conferencia Bilderberg en 2005 y Hillary Clinton fue una de las primeras mujeres que asistió a una reunión del club. Ocurrió en el año 1997 y, precisamente, a raíz de esa visita algunos medios de comunicación internacionales se hicieron eco de la posibilidad de que se convirtiera en la primera mujer en alcanzar la Presidencia de EE.UU. A punto ha estado. Era la candidata de Bilderberg. Trump ha sido para ellos una muy desagradable sorpresa y una prueba más de lo que vengo defendiendo desde hace una década: ellos lo intentan, pero no siempre se salen con la suya. 

Muchos presidentes de EE.UU eran masones, como Franklin D. Roosevelt (miembro también del CFR) y Harry S. Truman, que fue iniciado en el grado 33 del rito escocés (CFR). Por su parte, John F. Kennedy era católico, no masón, pero sí miembro del CFR. Lyndon B. Johnson era masón del grado 33 (CFR); Gerald R. Ford fue masón y presidente del CFR; George Bush I es masón y miembro de la Comisión Trilateral, la Skull and Bones y el CFR. Willian J. Clinton es un masón reconocido, miembro de Bilderberg, la Trilateral y el CFR, las tres organizaciones mundialistas. Clinton ha estado afiliado a la organización juvenil masónica Demolay y es miembro de la moderna Orden del Temple masónica. Su exvicepresidente Al Gore es masón confeso. 

Gran parte de la acción manipuladora global se gestiona desde una institución: el Instituto Tavistock de Relaciones Humanas, cuya sede está en el número 30 de Tabernacle Street, en Londres.

Los científicos de Tavistock descubrieron que un individuo que pierde su raíz es más fácilmente sugestionable, por ello había que destruir el núcleo familiar y los principios religiosos, sexuales y de toda índole inculcados desde la niñez por la cultura tradicional. 

Las drogas son los vehículos más efectivos para provocar la inacción de la juventud pues la atonta, la instala en la inercia, su uso continuado genera psicosis, depresiones, temores infundados, apatía, pérdida de confianza y autoestima, paranoias y otras enfermedades mentales, algunas irreversibles. 

La narco-contracultura generó un daño emocional y material en la psique juvenil que aún no ha sido resuelto. La introducción de las drogas fue reforzada por la corriente de los grandes festivales de música rock como proceso de experimento social destinado a lavar el cerebro de los adolescentes inadvertidos. Era una anarquía juvenil domesticada, de laboratorio. 

En la Rusia soviética, los bolcheviques creían haber alcanzado el control total sobre el pueblo hasta que se percataron de la desafiante independencia de los pequeños granjeros, los kulaks. 

En los años 30, Stalin ordenó al OGPU que incautara los cultivos y los animales de los kularks y los dejase morir de hambre, obligándoles a renunciar a sus pequeñas parcelas de terreno para vivir y trabajar en granjas colectivas. El Partido Comunista, el partido de los trabajadores, exterminó a los campesinos y esclavizó a los obreros. Muchos regímenes totalitarios han encontrado en los pequeños granjeros su mayor obstáculo. El reino de terror francés fue dirigido no contra los aristócratas, muchos de los cuales simpatizaban con él, sino contra los pequeños agricultores que rehusaban entregar su grano en los tribunales revolucionarios a cambio de nombramientos inútiles.

En Estados Unidos, las fundaciones y los grandes conglomerados empresariales, como Monsanto, estaño actualmente ocupados en el mismo tipo de guerra de exterminación contra los granjeros americanos. La fórmula tradicional de tierra y trabajo para el granjero ha sido alterada debido a la necesidad de comprar las mercancías industriales que requiere para sus labores agrícolas y que lo hace especialmente vulnerable a la manipulación de los índices de interés del mercado. Por ejemplo, les obligan por ley a comprar una determinada clase de semilla que las grandes corporaciones elaboran y controlan. Los pequeños granjeros americanos se enfrentan al mismo tipo de exterminio, siendo obligados a renunciar a su pequeña parcela de tierra para alquilar su fuerza de trabajo a los grandes imperios agrícolas. 

Aquí encontramos una de las razones por las que los agricultores de la América profunda han votado a Donald Trump. Estos granjeros no son estúpidos ni ignorantes, como los ha calificado la prensa de Bilderberg, sino que están defendiendo sus propiedades, el sentido de sus vidas y la de sus hijos, el motivo por el que trabajan. Su dinero y su futuro. ¿O es que en EE.UU. solo tienen derecho a propiedades y dinero la clase alta de Sashington que votó masivamente a Hillary?

A Trump lo han votado los pequeños granjeros or instinto de supervivencia. Son los hijos de la tierra, los que aún permanecen unidos de verdad a la naturaleza. Son los salvajes que se niegan a ser domesticados. Y yo les aplaudo. No pueden soportar las prisiones del alma ni las del cuerpo. Ese es el país que defienden. Se trataba del país de la libertad… ¿No era eso? Algunos están muy perdidos. Y no son los granjeros. 

Nos siguen contando mentiras o, lo que es más peligroso aún, verdades a medias. En vez de educarnos en el conocimiento y la verdad nos educan en un sentimentalismo vacuo y vano.

La culpa la tienen los políticos, que son incapaces de solucionar nada. Y por encima de ellos, la responsabilidad es de la élite, que ha perdido el norte. Y nosotros, por la parte que nos corresponde, por aguantarlo y soportarlo todo. 

La conferencia anual de Bilderberg es la más importante del mundo. Ninguna otra puede comparársele ya que actúa a nivel planetario y en ella se concentra la élite dirigente de las principales instituciones internacionales como el Banco Mundial, la ONU, la OTAN, el FMI, el BCE, la OMC, así como líderes financieros y políticos de los países occidentales que poseen y ejercen la hegemonía del poder mundial. Teniendo en cuenta la situación e influencia política, económica y social de los miembros y deteniéndonos a analizar los temas que han tratado en sus reuniones, se observa una innegable interpelación entre lo que se debate en Bilderberg y lo que acontece después en el ámbito internacional. 

Un ejemplo más claro de una situación similar es la llegada al poder de Donald Trump, quien le ha arrebatado la Presidencia de Estados Unidos a la candidata de Bilderberg, Hillary Clinton. A ella la preparaban desde hace décadas para ser la primera mujer presidente de Estados Unidos. La furia con la que ha reaccionado el establishment después de perder las elecciones es antológica.  

Los años treinta marcarían el fracaso de la Sociedad de Naciones debido a las embestidas de las potencias fascistas y militaristas, que visaron su ineficacia para aunar posturas en favor de la paz en un espacio de intereses comunes. El inicio de la Segunda Guerra Mundial certificaría la muerte de la primera sociedad internacional, disuelta el 18 de abril de 1946 para dar paso a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Las investigaciones de reputados autores demuestran que las dos guerras mundiales fueron alentadas estratégicamente por la banca internacional y otros miembros de las sociedades secretas que operaban en la época. “Los miembros del CFR estaban interesados en aprovechar la Segunda Guerra Mundial, como hicieron con la Primera, como justificación para el gobierno mundial”, señala James Perloff en su libro The Shadows of Power: The Council on Foreign Relations and the American Decline. “Los globalistas esperaban utilizar la amenaza del Eje para forzar a EE.UU. y a Gran Bretaña a mantener una alianza atlántica permanente como paso intermedio hacia el gobierno mundial”. Y así fue como sucedió. 

El llamado “calentamiento global provocado por el hombre” está siendo usado por los amos del mundo, con su “profeta” Al Gore al frente, para atemorizarnos y así controlarnos y conducirnos a un gobierno mundial que solucione la problemática. 

Los bilderbergs y sus secuaces están aprovechando el cambio natural que cada cierto tiempo se produce en el cima del planeta para controlar las emociones de la población, a cuyo propósito destinan millones de divisas procedentes de nuestros impuestos y de los billonarios del club. 

El CO2 es un gas natural producido por todos los seres vivos. Nigel Calder, antiguo editor de la revista New Scientist, manifiesta que “pocas cosas me molestan más que oír a la gente hablar del CO2 como si fuera contaminante. Tú estas hecho de CO2, yo estoy hecho de CO2. El CO2 es como los seres vivos, crece”. Y los humanos no son la principal fuente de generación de CO2; los volcanes producen más dióxido de carbono cada año que todas las fábricas, coches, aviones y otras fuentes humanas de CO2 juntas. Los animales y las bacterias generan cerca de 150 gigatoneladas de CO2 anualmente, mientras que los humanos 6,5 gigatoneladas. Aunque el mayor generador de CO2 son los océanos. 

Que la película de Al Gore tenga que exhibirse en las escuelas tiene un claro objetivo: adoctrinar a los niños. No quieren la religión católica pero sí que los niños crezcan con un sentimiento de culpa referente al daño que los humanos le causan (supuestamente) al planeta. Es por ello que el “cambio climático” es más que una ideología, más que una religión. 

En Europa creemos que los americanos se niegan a dar cobertura médica a los más desfavorecidos, pero no es así. Conozcamos primero cómo está organizado el servicio de sanidad en Norteamérica para poder hablar con propiedad. 

Las empresas no tienen que pagar a la Seguridad Social, por lo que pueden destinar ese dinero a cubrir las prestaciones médicas de sus empleados mediante el servicio o seguro que mejor convenga a sus necesidades. Es decir, los trabajadores de EE.UU. tienen incluido en el sueldo un seguro médico que paga la empresa, siempre que sueldo anual no supere los 50.000 dólares. Si el seguro seleccionado por la empresa no les satisface tienen la opción de cambiarlo entre un amplio abanico de seguros sin gasto alguno para sus bolsillos. Los que ganan más de 50.000 dólares tienen la posibilidad de costearse un seguro médico, pero optan por no hacerlo para no disminuir su renta y prefieren pagar los gastos de un hospital privado en caso de enfermar. Se trata de una elección libre. 

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