Los años verdes, Jukio Mishima
- Si uno duda de todo, acaba
siendo un filósofo al que no le queda más remedio que encerrarse en su
estudio. Si, por el contrario, uno no duda de nada, podrá saborear una
felicidad a ras de tierra.
- Un malentendido es
evidentemente responsable de que el sentimentalismo sea atribuido por lo
general al temperamento femenino. Pero lo sentimental, esa capa de
maquillaje que cualquier hombre rudo y simple se coloca sin darse cuenta
en el corazón, es un atributo masculino.
- Las personas aprenden el
individualismo de una sociedad en estado normal, igualmente el
adolescente, antes de eso, aprende el heroísmo de una sociedad anormal. El
aumento de la amplitud de vibraciones de una sociedad provoca convulsiones
en el individualismo. El heroísmo es, así, un individualismo que grita
elocuentemente contra la sociedad misma. Y de tanto gritar, los
adolescentes que maduraron en la década de los 30 acabaron quedándose
roncos.
- Aunque tardamos mucho en darnos
cuenta, la verdad es que odiamos a nuestro padre porque es la persona que
más se parece a nosotros mismos.
- La filosofía alemana carece de
válvula de seguridad; además, el freno jamás le responde.
- La política suele encargarse de
que la verdad fracase.
- En las personas tímidas
la decisión y el impulso son semejantes al paroxismo. En realidad, sin
embargo, tales personas carecen de valor para ejecutar acciones temerarias
sin cerrar los ojos. Para este tipo de individuos la decisión de emprender
una acción es como realizar por sí mismos una operación quirúrgica en su
cuerpo de carne y hueso. Es, por lo tanto, cruel criticarlos porque se
anestesien antes.
- En todos los patriotismos late
una sombra de narcisismo. Quizás por eso, todos los patriotismo parecen
necesitar vestirse de atractivos uniformes.
- Si uno quiere tener una
desilusión, hasta la misma desilusión puede ser objeto de una ilusión. Si
ser hombre significa estar siempre deseando algo, también puede significar
estar siempre olvidando el objeto de deseo.
- La ciencia podría cambiar
fácilmente las facciones feas o bellas de las mujeres, lo cual no dejará
de ser un gran problema para todas ellas. Si todas las mujeres, gracias a
la ciencia, fueran guapas, dejaría de haber referentes comparativos entre
guapas y feas. En tal situación, ya no existiría la felicidad que ocasiona
el que una fea se vuelva guapa, ni la que hace que una guapa se sienta tan
especial por ser guapa.
- El materialismo es un hijo
natural del prejuicio capitalista que afirma: “no hay nada que no se pueda
comprar con dinero” o “con dinero se puede comprar cualquier
felicidad”.
- “La sociedad” es la ilusión más
humana de todas las ilusiones posibles producidas en la era moderna. Ya no
se busca la forma original del ser humano en el individuo, sino tan solo
en la sociedad. “La sociedad” de nuestra era moderna busca solamente el
deseo, como hacían los hombres primitivos; es una sociedad que vive, se
mueve, ama y duerme como los primitivos. La razón de que la gente lea
ansiosamente en el periódico los artículos de sucesos, se debe al deseo de
conocer “la vida y las noticias” de cada mañana de este hombre primitivo.
Es el deseo de un lacayo, de un lacayo que ambiciona el éxito social para
alcanzar, como mucho, el nivel de vida de su señor.