Buscar en este blog

Mostrando entradas con la etiqueta J.G. Ballard. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta J.G. Ballard. Mostrar todas las entradas

Milagros de vida, J.G. Ballard




- Supongo que los dirigentes japoneses habían decidido que Shanghai les resultaba más valioso como próspero centro comercial e industrial, y todavía no estaban preparados para exponerse a un enfrentamiento con las potencias occidentales. La mayor parte de mis primeros recuerdos datan de este periodo. La vida en Shanghai parecía una sucesión interminable de fiestas, bodas suntuosas, galas en el club de natación, proyecciones de películas en la embajada británica, espectáculos militares representados en el hipódromo, elegantes estrenos cinematográficos, todo ello bajo las bayonetas de los soldados japoneses que vigilaban los puntos de control dispuestos alrededor de la colonia. 

- A pesar de mis heroicos viajes en bicicleta, mi aislamiento de la vida china era casi total. Viví en Shanghai durante quince años y no aprendí una sola palabra de chino. Aunque mi padre contaba con numerosos empleados chinos y había recibido lecciones de chino, jamás pronunció una sílaba de aquella lengua a ninguno de nuestros criados. Yo nunca tomé comida china, ni en casa ni durante las múltiples visitas a hoteles y restaurantes que hice con mis padres y sus amigos. 

- Admiraba a todo el que tuviera la capacidad de poner nerviosa a la gente. 

- Los británicos tardarían años en recuperarse de lo ocurrido en Dunkerque, y los ejércitos alemanes ya se habían adentrado en el corazón de Rusia. Pese a mi admiración por los soldados y pilotos japoneses, era profundamente patriótico, pero me daba cuenta de que el Imperio británico había fracasado. 

- Había visto a los soldados japoneses de cerca y sabía que eran más fuertes, estaban más disciplinados y contaban con un mando mejor que los soldados británicos y estadounidenses de Shanghai, que parecían aburridos y únicamente interesados en volver a casa. 

- La sensación de que la realidad era un decorado que se podía desmontar en cualquier momento, y de que, por muy espléndido que algo pareciera, podía ser barrido con los restos del pasado. 

- En la primavera de 1943 yo estaba encantado de poder disfrutar al máximo de mi nuevo mundo. 

- Tengo la impresión de que durante el primer año de internamiento, la vida en el campo fue tolerable para mis padres y la mayoría del resto de adultos.

- Yo también hice amistad con varios jóvenes guardias japoneses. Cuando estaban fuera de servicio, los visitaba en los bungalows del personal, a cincuenta metros del bloque G, y me dejaban meterme en sus bañeras de agua caliente y ponerme sus trajes de kendo.

- Yo sabía que podían ser brutales, sobre todo cuando actuaban bajo las órdenes de sus suboficiales, pero por separado eran relajados y simpáticos.

- La consecuencia más importante que el internamiento tuvo para mí fue que por primera vez en mi vida estaba muy unido a mis padres. Dormía, comía, leía, me vestía y desnudaba a escasos centímetros de ellos en la misma habitación pequeña, como las familias chinas más pobres que tanta lástima me daban en Shanghai. Pero disfrutaba de aquella proximidad, que imagino ha constituido una parte central del comportamiento humano a lo largo de la evolución. Cuando estaba tumbado en la cama por la noche podía alargar el brazo y coger la mano de mi madre, aunque nunca lo hice. 


- Puede que el campo de Lunghua fuera una especie de cárcel, pero era una cárcel en la que yo encontré la libertad. Mis padres siempre estaban cerca para contestar cualquier pregunta que me pasara por la cabeza… De ninguna manera me consideraba un inadaptado (lo que sin duda ocurrió cuando fui a Inglaterra en 1946).

- A pesar de la escasez de comida del último año, los inviernos glaciales (vivíamos en edificios de hormigón sin calefacción) y la incertidumbre del futuro, fui más feliz en el campo de lo que lo fui hasta que me casé y tuve hijos.

- No recuerdo que mis padres me dieran nunca comida, y estoy seguro de que ningún padre compartía su ración con sus hijos. Todas las madres que se encuentran en campamentos para prisioneros o zonas asoladas por la hambruna saben que su salud es crucial para la supervivencia de sus hijos.

- Afortunadamente, las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki pusieron un fin repentino a la guerra. Al igual que mis padres y el resto de personas que sobrevivieron a Lunghua, he defendido desde hace mucho tiempo el lanzamiento de las bombas estadounidenses. 

- Por muy valientes que fueran, los soldados y pilotos japoneses pertenecían al pasado. Yo sabía que Estados Unidos era el futuro que ya había llegado. Me pasaba todo el tiempo libre mirando al cielo. 

- Shanghai no tardó en abrir todas sus puertas y encender dos sus luces, y recibió a sus nuevos visitantes estadounidenses como era tradicional en ella, con miles de bares, prostitutas y casas de juego.

- La familia alemana que vivía en la casa de enfrente fue expulsada, y dos oficiales de inteligencia estadounidenses muy simpáticos ocuparon su lugar.

- Los estadounidenses formaban parte de la administración de Shanghai y me llevaban con ellos en sus trayectos por la ciudad, durante los que visitaban las prisiones militares donde estaban encarcelados los soldados japoneses y los colaboradores chinos en las condiciones más espantosas. 

- La sensación de poder de Estados Unidos era abrumadora. 

- Nadie podía imaginar que las luces de Shanghai permanecerían apagadas durante décadas cuando los comunistas liderados por Mao Tse-tung se hicieron con el control.

- Al mirar a los ingleses que me rodeaban resultaba imposible creer que hubieran ganado la guerra… hablaban como si hubieran ganado la guerra, pero actuaban como si la hubieran perdido. Era evidente que estaban agotados por la guerra y que esperan poco del futuro.

- La esperanza también se racionaba, y la gente tenía la moral baja.

- Me di cuenta muy rápidamente de que la Inglaterra en cuya creencia me habían educado era una fantasía total. La clase media inglesa había perdido la seguridad. Incluso las personas relativamente adineradas, como los amigos de mis padres  - doctores, abogados, directores generales-, llevaban un estilo de vida muy modesto, con casas grandes pero poco calientes y una dieta insulsa muy escasa. Pocos viajaban al extranjero, y la mayoría de los privilegios de los que gozaban antes de la guerra, como los criados y un nivel de vida acomodado que les había otorgado por derecho, se veían ahora amenazados.



- ¿Deberíamos haber ido a la guerra en 1939, teniendo en cuenta lo mal preparados que estábamos y lo poco que hicimos para auxiliar a Polonia, a la que Neville Chamberlain nos había obligado a ayudar al declarar la guerra a Alemania? Pese a todos nuestros esfuerzos, la pérdida de muchas vidas audaces y la destrucción de nuestras ciudades, Polonia fue rápidamente invadida por los alemanes y se convirtió en el escenario de la mayor carnicería de la historia. ¿Deberían haber esperado unos años Gran Bretaña y Francia hasta que los rusos hubieran sufrido la peor parte del poder militar alemán? Y, lo que es más importante desde mi punto de vista, ¿deberían haber atacado Pearl Harbor los japoneses si hubieran sabido que no solo se enfrentaban a los ejércitos, la armada y las fuerzas aéreas estadounidenses, sino también a los de Francia, Gran Bretaña y Holanda? La imagen de las tres potencias coloniales derrotadas o eliminadas por los alemanes habría inclinado la balanza en los cálculos de los japoneses. 

- ¿Pagaron los ingleses un terrible precio por el sistema de autoengaños en el que se sustentaron casi todos los aspectos de sus vidas?

- Actualmente la ciencia ficción es el único rincón en el que sobrevive el futuro, del mismo modo que los dramas de época televisivos son el único rincón en el que sobrevive el pasado. 

- Tal vez yo pertenezca a la primera generación para la cual la salud y la felicidad de sus familias es un indicador significativo de su bienestar mental. La familia y todas las emociones que alberga son un modo de poner a prueba las mejores cualidades de una persona, un trampolín en el que uno puede saltar cada vez más alto, cogido de la mano de su mujer y sus hijos.

- Los sesenta fueron una época mucho más revolucionaria de lo que los más jóvenes comprenden actualmente, y la mayoría se imagina que la vida en Inglaterra siempre ha sido muy parecida a la de hoy día, salvo por los teléfonos móviles, los correos electrónicos y los ordenadores. Pero entonces tuvo lugar una revolución social, tan importante en muchos aspectos como la del gobierno laborista de la posguerra. La música pop y la era espacial, las drogas y Vietnam, la moda y el consumismo se confundieron en una mezcla estimulante y volátil. 

- Uno de los principales motores  de cambios en los sesenta fue el uso totalmente informal de las drogas, una cultura generacional por derecho propio. Muchas drogas, encabezadas por el cannabis y las anfetaminas, eran de tipo recreativo, pero otras, principalmente la heroína, estaban destinadas a su uso en unidades de cuidados intensivos y pabellones de cáncer terminal y eran muy peligrosas. El tema generó un gran escándalo moral, mientras se hacían reivindicaciones absurdas por la transformación de la imaginación inducida por el LSD. La generación de los padres luchaba tras una barricada de gin-tonics, mientras los jóvenes proclaman que el alcohol era el verdadero enemigo del futuro. 

- Constituye un ejemplo de la fusión de ciencia y pornografía que La exhibición de las atrocidades pronosticaba para el futuro próximo. Muchos de los “experimentos” imaginarios descritos en el libo, en el que grupos de amas de casa voluntarias son expuestas al visionado de horas de películas pornográficas y luego sometidas a pruebas para comprobar sus reacciones (!), se han llevado a cabo desde entonces en institutos de investigación de Estados Unidos.





J.G. Ballard, Para una autopsia de la vida cotidiana. Conversaciones

J.G. BALLARD, Para una autopsia de la vida cotidiana. Conversaciones.

Cabaret Voltaire.



Aquí el punk tenía - no sé si la comparación es adecuada - ese encanto que tienen las corridas de toros en España. Durante ciento cincuenta o doscientos años, sin duda en ese siglo, en España, las corridas de toros eran el único modo que tenía un chico de la clase obrera de pasárselo en grande con nada más que un poco de coraje. Pienso que la música punk o pop tiene algo de ese encanto. Si uno es un chico de clase obrera y no tiene nada -ni trabajo, ni capacitación, ninguna experiencia profesional o formación específica- lo mejor que puede hacer es comprar o robar una guitarra y armar una banda; es su única oportunidad, quizás, de hacerse rico.  O quizás puede utilizar la música pop para expresar su descontento, sus ambiciones o sus sueños. Entonces, aparecen estas cosas como la música oi. Las revistas de música, para las cuales solía escribir John Savage, prácticamente inventaron el oi, que es la música del Frente Nacional de los skinheads, tan políticamente explícita como Mein Kampf. El punk original fue muy político; un fuerte resentimiento político se expresaba en él. No sé cómo se hace en los Estados Unidos si uno es joven y tiene ganas de expresar su descontento. 

Si un escritor de ciencia ficción tuviera que hacer una predicción sobre el futuro, podría resumir mi temor en una sola palabra: aburrimiento. 

El futuro será un enorme y resignado suburbio del alma, nada nuevo va a surgir, ninguna evasión tendrá lugar otra vez.

Lo que espero de la revolución informática y de la televisión es que nos conduzcan a un canal de información científica, que solo tengamos que pulsar un botón para… Quisiera un rendimiento mucho más alto de la información que el que puedo adquirir por mi propia cuenta. ¡Quisiera estar informado acerca de cada cosa! En otras palabras, necesito conocer la lista exacta de pasajeros del DC-10 que se estrelló en las afueras de Málaga hace dos semanas. Necesito enterarme de las nuevas pinturas que está utilizando la General Motors para su gama Pontiac. Necesito conocer cada detalle, tener información precisa sobre todas las cosas. Quiero saber lo que desayuna Charles Mason, absolutamente todo. No es fácil tener acceso a toda esta información, este es el problema. (Nota, entrevista realizada en el año 1982, muy lejos aún de la aparición de Internet. Ballard se adelantó muchos años a la aparición de la Red.)

El futuro será como un suburbio en Düsseldorf, es decir: como en uno de esos barrios ultramodernos que tienen un BMW y un barco en cada unidad, el ideal de la clase media dirigente, con su mansión y su jardín. Suites inmaculadas -ni una colilla de cigarrillo en ninguna parte- con una moderna escuela inmaculada y un inmaculado centro comercial; un paraíso del consumo, sin una hoja fuera de su sitio -incluso una hoja suelta a la deriva podría parecer que tiene demasiada libertad. Resulta algo muy extraño y escalofriante: en apariencia, todo el mundo aspira a vivir del mismo modo en todas partes: en un suburbio de Nairobi, de Kyoto o de Bangkok. 

En un mundo perfectamente razonable, la única libertad posible es la locura.

Lo que me temo es que aquí, en Londres, dentro de diez o quince años o quince años, todo el mundo estará funcionando prácticamente como en la televisión. Todo el mundo tendrá un estilo de vida que ellos (los controladores de televisión) terminarán imponiendo a todo, incluso a los que viven en las afueras de Londres. La gente se inspira mucho en la televisión: su estilo de vida, la moda, la diversión, el tipo de amigos que uno tiene, el modo en que los elige, etc., han sido creados, en buena medida, por la televisión. Al menos, la gente que trabaja en la televisión sigue inspirándose bastante en una especie de mundo anárquico y antiguo, cualquiera sea: el adiestramiento de palomas, la cacería de osos o zorros. Pero todo eso terminará, y tendremos una nueva clase de ejecutivos jóvenes “de diseño” cuya idea de una experiencia intelectual interesante será jugar a los videojuegos desde los quince años.

Eso es algo que ya ha comenzado: se escriben libros nostálgicos sobre los videojuegos. Uno de ellos se publicó la semana pasada, su autor es el hijo de Kingsley Amis, Martin Amis; el libro trata enteramente sobre la adicción a los primeros videojuegos. Es una especie de kitsch más allá de la nostalgia kitsch, una nostalgia de hace cinco minutos, ¡por el amor de Dios! No sé cuánto hace que los videojuegos irrumpieron en los Estados Unidos, pero no ha pasado tanto tiempo. Estos primeros videojuegos como Space Invaders empiezan a ser discutidos lo mismo que si un montón de cinéticos discutieran sobre Casablanca. Pero al menos Casablanca significaba algo.

No sé si vieron ese vídeo temprano de David Bowie, Ashes to Ashes. Es como un fragmento de una película surrealista. Bowie aparece como un pierrot, un payaso, una de esas figuras de circo con collar de gorguera. Y hay una excavadora; suena terrible pero es asombroso. Debido a que únicamente por medio de la electrónica se puede teñir la pantalla con una luz rosa o azul, y luego recubrirla con alguna otra cosa, pudiendo elegir transformar todo en una especie de paisaje planetario, de pronto, todos esos árboles reales parecen árboles artificiales. Con solo presionar un botón, uno puede hacer cosas extraordinarias.

Está surgiendo una especie totalmente nueva de lenguaje, que no depende de la línea argumental en el viejo sentido, sino de una escala ascendente de sensaciones, casi como ocurre en la música, una abstracción total. Estoy seguro que es el porvenir. Todo el mundo será capaz de hacerlo, todo el mundo vivirá adentro de un estudio de televisión. Eso es a lo que aspira el ámbito doméstico en estos días: la casa va a transformarse en un estudio de televisión. Todos vamos a ser protagonistas de nuestras propias series, y serán series muy extrañas, como el interior de nuestras cabezas. Eso es lo que va a ocurrir, estoy completamente seguro y va a revolucionar todo.

Fui a un internado y me prometí, al terminar, que si tenía hijos jamás los mandaría a un internado, y nunca lo hice. Es una institución sombría, realmente, con una suerte de homosexualidad institucionalizada y obligada para los adolescentes, que exige mantener en el armario a la heterosexualidad durante veinte años.

La gente se queda en casa y mira la televisión… Y si tiene una televisión “de primera clase” como en Inglaterra, no le hará falta ir al cine ni leer un libro nunca más. Es la muerte de la cultura. ¡Quiero que en este país la televisión sea peor!

Con los recursos del vídeo, te puedes construir una biblioteca de imágenes bastante amplia, grabándolas desde tu propio televisor:: noticiarios, material documental de todo tipo, particularmente documentales de medicina con alta precisión en el trabajo de las cámaras, que e muestran cirugías a corazón abierto, cirugías del cerebro, o lo que sea. Puedes archivar todas esas imágenes y luego utilizarlas con distintos efectos, en un collage o en un montaje. No obstante, me pregunto si -como ocurre con la pornografía- uno no termina por cansarse de toda esa sobrecarga de imágenes, y a la larga tiene que regresar a algo más sencillo como una serie televisiva…

Uno debe volverse un hombre obsesivo, alguien que coleccione -por dar un ejemplo- material de archivo sobre zapatos de mujeres.

Uno podría terminar en una suerte de reino totalmente desapegado, donde ya no sería posible discernir nada. Uno debe cuidarse mucho de aplastar la propia sensibilidad, que es lo que ocurre con la gente que trabaja en los laboratorios experimentando con animales.

Ha habido algunas manifestaciones en contra de la vivisección, que se continúan hasta el presente, con partidarios de la liberación animal irrumpido en los laboratorios para rescatar a los animales, muchos de ellos encadenados a los electrodos y al suero… La otra noche, una chica en la televisión comentaba su experiencia en el trabajo con animales; decía que lo que más le horrorizaba era el hecho de que ella advertía que se estaba volviendo dura o indiferente hacia los sentimientos de los animales, y de que eso era algo inevitable. Si uno manual un mono sobre una mesa de operaciones para hacerle algún tipo de intervención, después de un rato ¡terminas por darle un maldito porrazo! Eso es lo que pasa, después de un rato ya no percibes nada, la situación te embrutece, te anestesia y te impide cualquier tipo de respuesta.


Si vas al sur de Francia, a Grecia o España, verás un pelotón de mujeres maduras haciendo topless delante de sus hijos adolescentes, que andan también desnudos de la cintura para abajo. Pero me resulta inimaginable que mi madre alguna vez hubiera hecho topless delante de mí, en una playa o donde fuera. Absolutamente inimaginable. Así que es un gran paso adelante el que hemos dado.

A nuestro alrededor, prácticamente en cada aspecto de nuestra vida, se están tomando decisiones por nosotros, para garantizar que pasemos indemnes por este mundo; lo cual deja la imaginación totalmente libre para las consideraciones morales. 

Creo que la gente terminará aburriéndose de alquilar películas (el mercado se está agotando), y entenderá que debe hacer sus propios vídeos. La transformación de la casa en un pequeño estudio de televisión es algo que ya ha empezado a ocurrir. La gente ha comenzado a pensar su hábitat de una manera muy distinta a como se pensaba hace treinta o cuarenta años. 

Ahora la gene decora su casa teniendo en cuenta aspectos psicológicos que eran impensables hace treinta o cuarenta años. Cuando todo esto termine por combinarse con los sistemas de televisión casera, las cámaras, las facilidades de edición y todo lo demás, creo que la gente empezará a comprender que el objeto último y el mejor tema es el ser humano, y comenzará toda una nueva era de exploraciones: incluso las actividades más rutinarias, como afeitarse o hacer unos huevos revueltos, podrán verse por televisión. 

Creo que la exploración del espacio y el tiempo domésticos (como se perciben en la pintura surrealista) va a cambiar. estoy seguro de que esa es la dirección en que todo se mueve, y de que estamos retrocediendo. En los cuatro siglos transcurridos desde el Renacimiento, la Revolución Industrial ha colonizado el mundo externo, llenándolo de máquinas y toda clase de artilugios tecnológicos. Pienso que la humanidad ahora empezará a dibujar de nuevo en su propio cráneo. Habra un giro hacia adentro, y creo que el televisor estará en el núcleo del cambio. Utilizando la electrónica moderna, las cámaras caseras y todo lo demás, uno podrá refugiarse en la propia imaginación. Doy la bienvenida a todo eso. 

Tengo que admitir que en uno o dos casos llegué a arrancar las láminas de los libros que pedía prestados en la biblioteca. 

No diría que el impulso surrealista ha concluido, diría que se ha transformado. Uno tiene que partir de la hipótesis de que no existe una división clara entre la realidad y la súper-realidad, o como quieras llamarla. Hoy sería muy difícil filmar películas que hicieron Buñuel y Dalí a comienzos de los años veinte, ya que la perspectiva de un montón de personas arrastrando un burro muerto por una sala decorada sería interpretada como un truco publicitario de algún comercial de cerveza. La potencia del shock se ha agotado. El mundo exterior es tan extraño, está tan lleno de fantasía, que el enfoque surrealista ya no tiene tanto sentido.

A medida que uno envejece, empieza a acumular lo suficiente de las grandes experiencias de su vida como para construir una mitología personal. 

En la Guerra del golfo sentimos que nos están engañando porque no vemos una serie interminable de combates; necesitamos cámaras por todas partes, necesitamos verlo todo.

Esta guerra podría continuar durante meses. Estoy seguro de que la venta de los periódicos se ha incrementado considerablemente, y la CNN estará recibiendo un aluvión de anuncios publicitarios. 

Quizá Lady Di podría llegar a ser una figura mítica, ya que ha sido completamente fabricada.

La mayoría de nosotros no recibimos información de buena calidad. Por el contrario, tenemos información de segunda mano sobre todas las cosas. No nos llegan los hechos puros ni las noticias puras, las cosas que realmente alimentan la imaginación; nos llegan crónicas aguadas e insustanciales. La información ha sido homogeneizada y trivialidad para que todo fluya sin mayores obstáculos. Ya no existe ese material rugoso y difícil de conseguir, que pasé tanto tiempo buscando para escribir algunos de mis libros. No diré que hago investigaciones formales y exhaustivas, porque de hecho no lo hago, per suelo sumergirme durante un año o dos en la información más consistente que puedo encontrar sobre el tema que voy a tratar. En general, cuando la gente lee periodismo o crónicas, prefiere los detalles insustanciales, ya se trate de la batalla de Waterloo o de cómo se hizo Psicosis, de Hitchcock. La gente quiere estar cerca de la verdad.

Solo hay que mirar a Madonna para darse cuenta de que es algo totalmente fabricado. Al menos esa es mi  impresión -y probablemente estoy poniendo en evidencia mi edad. No obstante, es difícil imaginar a la Madonna “real”, si tal cosa existe. Ahí es donde el papel de los sueños y la imaginación han cambiado. Ese es el motivo por el cual el surrealismo clásico ya no funciona, y el motivo por el cual el escritor tiene que aproximarse a las coas de un modo oblicuo, escrutar detrás de la pantalla, encontrar una puerta en el set de filmación y escabullirse por detrás. 

Uno ve la super-realidad que se cobija en el interior, la cual normalmente no vemos. En pos de ordenar nuestras vidas, de movernos en los espacios que habitamos, de hacer cosas simples como calentar un poco de agua y preparar un té, hablar con nuestros hijos, etc., tenemos que adoptar ciertas convenciones, reducir la extrañeza y familiarizarnos con el entorno; en caso contrario, todo nos resultaría como un paseo en el tren fantasma de un parque de atracciones, y cada vez que alguien abriese una puerta, sería como ver aparecer el tiburón de Spielberg emergiendo de las aguas y aterrorizando a los turistas. La vida sería así.

La manipulación de los sueños es algo muy difícil. Hay gente que dice ser capaz de controlar sus sueños. Nunca pude hacerlo. Reflexiono mucho sobre mis sueños y puedo recordar unos cuantos. A veces creo que si me lo propusiera podría recordar todos los sueños que tuve. Seguramente, no podría hacerlo, pero sí puedo recordar de manera muy vívida sueños que tuve a los treinta años. Si algo de pronto me trae alguna reminiscencia, enseguida pienso: “Dios, me acuerdo de esto, lo soñé hace varios años y puedo recrearlo perfectamente”. Luego, lo olvido hasta que algo me lo vuelve a recordar. 

No, nunca releo mis libros. Es como escuchar tu voz grabada en una cinta de hace cuarenta años, o como ver una foto de cuando tenías dieciocho años. 

El movimiento feminista ha enarbolado buena parte de sus banderas en contra de la pornografía, debido a que es una actividad en la cual se deshumaniza a las mujeres. Pero no estoy tan seguro de que eso sea verdad. Bueno, lo es en el caso de una determinada pornografía que entra en la esfera de lo criminal. Pienso que existe un componente hiper-realista en la mirada pornográfica, que inevitablemente prescinde de cualquier sentimiento humano; pero eso forma parte de la imaginación sexual, que es fuertemente obsesiva. Después de todo, un amante es capaz de fijar su mirada en la oreja de su amada o de su amado, y descubrir en ella todo tipo de magia y de misterio, totalmente separados de cualquier signo de afecto, o lo que sea. Así que no me preocupan los aparentes efectos deshumanizados del imaginario pornográfico. 

Creo que la transformación de la vivienda doméstica en un estudio casero de televisión -donde uno es, al mismo tiempo, escritor, actor y director de su propia serie infinita- es algo que intensificará mucho durante los próximos veinte o treinta años, si no antes.