La División Azul, de 1941 a la actualidad. Carlos Caballero Jurado
“¡Rusia es culpable!” La División Azul en sus perspectivas históricas
“Hay países europeos donde la rusofobia es muy débil, como España. Cuarenta años predicando contra la URSS no han servido de mucho. En realidad, la propaganda franquista no iba contra Rusia y los rusos, sino contra el comunismo. Antes de la Guerra Civil no había ni juicios ni perjuicios contra Rusia en España.”
María Elvira Roca Barea, Imperiofobia y Leyenda Negra
En nombre de la “memoria histórica” el callejero de Madrid se había purgado de nombres “franquistas” hace ya mucho tiempo. Pero cuando en la capital entró a gobernar el equipo de Manuela Carmena, con el apoyo de la formación de izquierda radical Podemos, y del PSOE, consideraron que aún había demasiadas calles cuyos nombres les parecieron intolerables. Una de ellas fue la Calle “Caídos de la División Azul”. Para sorpresa de los nuevos gobernantes municipales, su idea de retirar el nombre de la calle despertó la abierta oposición de un grupo de familiares de esos caídos, que desde el 2015 protestaron una y otra vez, en diferentes formas contra la medida. Una de sus vías de acción fue la judicial. Y en los primeros días de abril de 2018 los medios de comunicación se hicieron eco de algo que sorprendió: un juzgado de Madrid dio la razón al Colectivo de Familiares de Caídos de la División Azul, negando que fuera necesario cambiar el nombre de la calle, porque era su decisión el borrar a la DA del callejero.
No era la primera vez que un cambio de nombre desencadenaba una polémica de ámbito nacional. Decenas de ciudades y pueblos han borrado de sus callejeros el nombre “División Azul”, y también el de aquellos miembros que fueron honrados con calles en otros tiempos (en general se trató de caídos en combate). Pero en Alicante se dio un caso llamativo. Ya en 1981 un gobierno municipal de izquierdas quiso cambiar el nombre de la Plaza de la División Azul existente en la ciudad, encontrando la oposición vecinal. Se optó por enterrar el tema, pero cuando recientemente la izquierda volvió de nuevo al poder, se planteó de nuevo cambiar una amplia lista de nombres de calles y plazas. Esta incluía la de la División Azul, pero también la plaza dedicada a Calvo Sotelo, asesinado por activistas del Frente Popular en julio de 1936, apenas días antes del inicio de la Guerra Civil. Para sustituir a los nombres que se querían borrar se optó por personajes de perfil izquierdista, y ajenos a la ciudad de Alicante, como Clara Zetkin o Rosa Luxembourg. El PP, en la oposición, se opuso al proyecto, al entender que Calvo Sotelo no podía ser acusado de “franquista”, ni de haber estado implicado en actividad represora alguna, pero también por lo que llegaron a calificar como una “sovietización” del callejero. En sus argumentos jamas hicieron referencia a la DA.
El caso es que, dado el complicado equilibrio de fuerzas políticas en el consistorio alicantino, en 2017 el gobierno de izquierdas optó por saltarse el procedimiento reglamentario -un pleno del ayuntamiento- y decidió proceder al cambio de nombre de las calles en reunión restringida del equipo de gobierno municipal. Ante tal irregularidad, el PP presentó recurso en un juzgado, pero antes de que este dictara sentencia, en una operación propagandística bien diseñada, con presencia de medios informativos, el consistorio retiró la placa de la Plaza de la División Azul. Se escamoteaba así el hecho de que la protesta de la oposición venía motivada por nombres muy concretos, como la Plaza de Calvo Sotelo, trasladando el foco a la DA, y presentando así al PP como defensores de una “unidad nazi”. Este juego de prestidigitación informativa permitió incluso realizar alusiones al Holocausto.
El procedimiento usado era tan burdo que, sin entrar en el fondo de la polémica, sino solo en las formas, el juzgado dictó que el ayuntamiento no podía tomar esa medida sin haber esperado la resolución judicial, por lo que le impuso el que repusiera las placas con los nombres que se querían suprimir. En otra operación propagandística no menos minuciosamente planteada, convocando a todos los medios de comunicación, y también a autoridades de la Comunidad Valenciana, se repusieron las placas de la Plaza de la División Azul, entre airadas protestas de un minúsculo grupo de activistas “antifascistas”, y de nuevo el PP fue tildado directamente de neonazi. Periódicos y televisiones nacionales ofrecieron reportajes sobre el hecho. En cambio, de la reposición de la placa en la Plaza de Calvo Sotelo no se habló para nada. Nadie invitó a los medios. Hablar de Calvo Sotelo y de su alevoso asesinato en julio de 1936 no figuraba entre los temas que le interesaran al ayuntamiento de izquierdas. Por cierto, una crisis municipal llevó de nuevo al PP al poder municipal poco tiempo después, y ese partido aseguró que del callejero alicantino desaparecía el nombre de la División Azul. Y así ocurrió, en efecto: lo que un ayuntamiento del PSOE no había hecho en 1981 lo acabó haciendo un ayuntamiento del PP en 2018. Los nombres de algunos divisionarios caídos en Rusia, que también figuraban en el callejero alicantino, fueron igualmente suprimidos.
Nada de esto era casual. En la nueva formación política de la izquierda radical española, Podemos, alguno de sus ideólogos, como J.C. Monedero, no se recataban de hacer en público este “razonamiento”: el PP había sido fundado por un ministro de Franco, Fraga; Franco había colaborado con Hitler enviando a la DA a Rusia, lo que le hacía “cómplice del Holocausto”; y en consecuencia, dado el “ADN franquista” del PP, este podía ser tildado de neonazi. La DA era así pieza clave en el proceso de tratar de desacreditar al PP, deslegitimándolo como demócrata, aunque el citado partido jamás haya dicho una palabra a favor de la presencia de voluntarios españoles en la campaña contra la URSS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario