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¿Quién nos "robó" una hora?, Pedro Fernández Barbadillo

¿Le molesta el cambio de hora que se hace dos veces al año? ¿pierde sueño?, ¿siente malestar general e incomodidad? Pues no se preocupe, que tenemos al culpable de sus males: Franco. ¿A que ahora ya se siente mejor?

Como explica Pere Planesas, astrónomo del Observatorio Astronómico Nacional, a partir de la Conferencia Internacional sobre el Meridiano (Washington, 1884), se fue estableciendo una hora mundial y zonas horarias que tomaban como referencia el meridiano de Greenwich, que atraviesa Inglaterra, Francia, España y Argelia. A esa hora se la llama GMT (Greenwich Mean Time), y es la vigente en Canarias, el Reino Unido, Irlanda, Portugal, Marruecos, Senegal...

Un real decreto de 26 de julio de 1900, firmado por la Reina Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, estableció que los servicios de ferrocarriles, correos, telégrafos y líneas de vapores de la Península y Baleares, y todas las oficinas públicas se regirían desde el 1 de enero de 1901 de acuerdo la hora GMT.

El desorden horario se mantuvo en España hasta 1922, en que se estableció una sola hora para el archipiélago canario, donde había horas diferentes entre las islas- meridiano local o reloj de la catedral-, en las Administraciones -nacional, militar y local- y los horarios de los servicios marítimos -tuvieran su origen en la Península o en las islas-. Se fijó que la hora oficial canaria fuera la GMT. El Gobierno español tomó esta medida lógica después de que el Almirantazgo británico le hubiese planteado varias preguntas en 1921 sobre la hora oficial en Canarias.

El adelanto horario en los días con más luz se aplicó en la Primera Guerra Mundial. En España se pasó a GMT+1 por primera vez en 1918, entre el 15 de abril y el 6 de octubre. Recuerda Planesas que el decreto explicó la modificación por la falta de carbón y-atención- "para amonizar el horario con el de los países vecinos".

Durante la guerra civil, ambas zonas adelantaban la hora en verano en fechas distintas, pero cercanas. Por sorpresa, la Gaceta de la República publicó el 28 de abril de 1938 un decreto firmado por el presidente del Gobierno, el socialista Juan Negrín, que ordenaba que el 30 de abril se efectuase otro adelanto de la hora de sesenta minutos. En el texto del decreto explica que el adelanto sobre el horario solar será de 120 minutos (GMT+2), pero sin dar ninguna explicación.

De esta manera, un Gobierno social-comunista fue el primero que trajo a España la hora que usaba Hitler. Con la victoria de los nacionales en marzo de 1939, lo que quedaba de la zona republicana -Levante, Castilla la Nueva y Madrid- recuperó esa hora "robada" por el Gobierno rojo.

Al año siguiente empezó el baile que dura hasta nuestros días. El 25 de febrero de 1940, el primer ministro francés, Édouard Daladier, del partido radical socialista, amparándose en el estado de guerra, decretó el horario de verano, de GMT+1. Unos pocos días después, el Gobierno español siguió al de París, del que tantas cosas le separaban, salvo el reloj.

Desde hace unos años, son constantes los debates sobre los horarios de verano e invierno, el mantenimiento de la Península y Baleares en GMT+1 o su retroceso a GMT, incluso si Canarias debería adoptar GMT+1. El nacionalista Paulino Rivero que defiende la diferencia horaria para que Canarias tenga "constante presencia" en los medios de comunicación. O sea, publicidad gratuita.

Los separatistas, que no descansan -muchos cobran por su labor-, han decidido atacar la zona horaria por el mismo motivo que arremeten contra las corridas de toros: porque es española. Por desgracia, cuentan con el respaldo de miembros del PP y del PSOE, convertidos en los tradicionales "tontos útiles".

Los nacionalistas gallegos quieren que Galicia se adapte a GMT para equipararse con su anhelado Portugal. Y los catalanistas de Baleares y Cataluña quieren que el horario de verano (GMT+2) sea permanente. La Generalidad y otras instituciones catalanas financias la Iniciativa per a la reforma horaria, cuya finalidad es romper otro vínculo nacional español.

De cumplirse los deseos de las diferentes tribus nacionalistas, los españoles podríamos tener tres husos horarios: uno para Galicia y Canarias; otro para Baleares y Cataluña; y el común -el de los pobres- para el resto de la Península, más Ceuta y Melilla. 

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