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Josep Pla Crónicas (Octubre, 1934)


Tres periodistas en la revolución de Asturias

Josep Pla
Crónicas (Octubre, 1934)

(Extractos)

El momento actual, 10 de octubre de 1934


Las escenas de Asturias, el asesinato de nuestro inolvidable amigo el diputado Oreja, las profanaciones y los crímenes que se han cometido, nos hacen retroceder a épocas de pura barbarie. 

Los socialistas y los políticos de izquierdas, que son los organizadores del plan general, cometieron, sin embargo, el error psicológico de promover el movimiento de en un momento desfavorable. No han querido creer en la existencia en España entera de un gran movimiento de reacción de derechas, tan sólido, mucho más sólido que su despecho. Esto ha hecho que en vez de encontrarse ante un país inerte y fatigado, se hayan encontrado ante el muro infranqueable de la opinión pública, que les ha cerrado el paso. Han tenido que localizar el movimiento en determinadas regiones. Fuera de Asturias, el País Vasco, la ciudad de Madrid y Cataluña, no han movilizado nada. Al contrario, se han topado con una opinión galvanizada por tres años de desastres y de desorden que ha respondido como un solo hombre y se ha puesto al lado del gobierno. Creían asimismo en la debilidad de Lerroux y en el desorden indudable que reina en todos los sectores políticos. El hecho es que Lerroux ha resistido, que el Gobierno ha encontrado un instrumental de actuación magnífico, preparado por Salazar Alonso, y que los partidos legalistas se han puesto al lado del Gobierno. 

Los hombres de Esquerra, que gobernaban en la Generalitat de Cataluña, a pesar de la magnífica posición de privilegio de que disfrutaban dentro del régimen, privilegio que no había conocido nunca ningún partido político catalán, han creído que tenían que ligar su suerte a la política de los hombres más destructivos, más impopulares y más odiados de la política general. Se han equivocado, y lo han pagado caro. Han comprometido, sobre todo, lo que tendría que haber sido sagrado para todos los catalanes de buena fe: la política de la Autonomía, el Estatuto de Cataluña. No nos corresponde a nosotros emitir un juicio histórico sobre esta oligarquía que desaparece. Diremos solo que Cataluña sigue con su historia trágica, y que solo eliminando la frivolidad política que hemos vivido últimamente se podrá corregir el camino emprendido. 

El movimiento, en estos momentos, está casi totalmente dominado. Todavía hay algún pequeño núcleo que resiste, en Asturias y en el País Vasco. Es cuestión simplemente de tiempo acabar con la sangrienta lucha. En Madrid, la situación ha mejorado enormemente y hoy han sonado pocos tiros. La tranquilidad de la ciudad se va notando progresivamente. En general, las noticias periodísticas y las oficiales coinciden en afirmar que nos encontramos ante la liquidación del movimiento. 

Al empezar la sesión del Congreso, el entusiasmo era indescriptible. La entrada del señor Lerroux en el hemiciclo ha sido saludada con vivas delirantes y diversos. La Cámara ha aprobado de forma fulminante la ley restableciendo la pena de muerte y la concesión de un suplemento de crédito para el orden público. Se ha leído una proposición firmada por el señor Gil-Robles. En un breve discurso, el dirigente de la CEDA ha hecho un elogio inflamado del Gobierno y del señor Lerroux, y ha dicho que en estos momentos no había política posible. 


El movimiento de Asturias visto desde Moscú, 12 de Octubre de 1934

Los agentes diplomáticos en Berlín comunican que, según la prensa de Moscú, el movimiento de Asturias no tiene nada que ver ni con la táctica socialista ni con la anarcosindicalista y que se trata de un movimiento comunista de enorme trascendencia en la historia de la revolución mundial. Todo parece indicar, en efecto, que la táctica desarrollada en Asturias es un fenómeno desconocido hasta ahora en la Península y que se trata del primer movimiento de gran estilo llevado a cabo, según la táctica moscovita, por los comunistas del país. La prensa rusa destaca los sucesos de Asturias, y en cambio trata despectivamente las infantiles veleidades revolucionarias de socialistas y separatistas. 

El señor Lerroux, pese a tener ante sí una oleada de opinión que pide fusilamientos y juicios sumarísimos, no piensa apartarse del camino de la más estricta legalidad, y más bien quiere ser magnánimo. Todo indica que este hombre que, tras una vida de subversión hoy se encuentra en la posición de tener que ser implacable con la propia revolución, obrará con generosidad y magnanimidad. De todas formas se considera seguro que habrá unos cuantos, quizá siete u ocho, fusilamientos. 

La toma de Oviedo, 13 de octubre de 1934

En el ambiente político se comienza a hacer balance de los últimos acontecimientos con vista al futuro. Se considera que el marxismo ha recibido un golpe mortal tan fuerte al menos como en Italia, Alemania, Austria y, por un camino más normal, Inglaterra. Ahora los socialistas se convierten en delirantes defensores de la táctica evolucionista de Besteiro. Notoriamente, este partido utiliza a sus hombres según los momentos. Es difícil, no obstante, que a estas horas la mencionada táctica convenza a nadie. La gente se va separando de este partido de esnobistas, de ex ministros y de ex embajadores que tantos estragos ha hecho en el país

El campo de las izquierdas era reducidísimo. Ahora ya no existe. Todo el mundo sabe que los señores Azaña, Botella Asensi, Martínez Barrio y Maura se han separado de la legalidad republicana. Esto, sin embargo, resulta a estas alturas una mera afirmación, porque, si se han separado de algo, realmente, es de la gente. El partido de Maura se ha disuelto. Los pocos diputados de Martínez Barrio están desesperados con la situación en que les ha puesto su líder. El señor Azaña está en el vapor Ciudad de Cádiz y cada vez está más implicado -parece- en el asunto del contrabando de armas. 

Dada la reacción de la opinión pública española ante la política de Esquerra Catalana, el hecho de encontrarse el señor Azaña en Cataluña el día 6 ha puesto al mencionado señor en una situación de la que se duda si podrá salir con bien. 

Los últimos hechos revolucionarios, por el contrario, han demostrado que lo que se creía destruido, o sea el ejército, tenía aun una vitalidad relativamente formidable. En efecto, el triunfador de estos últimos días es el ejército. El señor Lerroux tocó un timbre, el del estado de guerra, y la oficialidad y la tropa formaron con automatismo, con un vigor indudable. 

La situación en el País Vasco - La táctica desastrosa de los nacionalistas, 21 de octubre de 1934

La huelga general, en el País Vasco, ha sido absoluta; pero, en términos generales, se ha desarrollado pacíficamente. Hablo en términos relativos, claro. Quiero decir que la huelga ha sido más pacífica que la del año 1917. Nada más. Ha habido muertos y heridos. A fecha de hoy, día 14, la aviación bombardea, aún, pueblos e la zona mineril: considerados peligrosos. Son los últimos puntos de la resistencia.

La relatividad que señalaba no es obstáculo para que se reseñen los estragos cometidos: el asesinato del diputado tradicionalista Marcelino Oreja Elósegui planea como una pesadilla sobre la población sana de Bilbao, y el incendio del palacio de la Casa Salazar, en Portugalete, palacio que estaba lleno de libros antiguos y de obras de arte, ha producido una crispación violenta en los ambientes burgueses e intelectuales. Se han quemado iglesias y destruido obras tradicionales. En el año 1917, los hombres libraron la batalla cara a cara. Por el contrario, la última revuelta se ha caracterizado por la astucia, en gran parte. Como en Madrid, en Bilbao se ha disparado desde los terrados, desde los tejados, desde puntos especialmente elegidos para asegurar la impunidad. 

Los diputados nacionalistas vascos no saben hoy dónde meterse. Están abrumados. Tienen al secretario del partido encarcelado y a una parte de la dirección en fuga o escondida. No se podría afirmar que ellos personalmente hayan tomado parte en el movimiento. Lo cierto es, sin embargo, que su organización obrera - la Solidaridad de Obreros Vascos- rivalizó con las fuerzas de Prieto en Bilbao y la UGT, formadas principalmente por los trabajadores forasteros -llamados “maquetas” por la gente del país, por provenir de las provincias castellanas-, rivalizó, decía, en la declaración de la huelga. La orden del final de la huelga fue comunicada minutos antes de que la UGT diera la misma orden a su afiliados.

Los nacionalistas vascos crearon, junto a su partido, una organización obrera para hacer frente a lo que ellos llamaban la bolchevización fatal del pueblo español. Era un seguro para la patronal con miras a luchar contra el socialismo. La organización tomaba como base la Rerum novarum y contenía filtraciones indudablemente clericales. Todo esto ha fallado. Inmersos en el proceso revolucionario de este verano, los nacionalistas han seguido el juego de Prieto como unos niños. Han ido a la huelga los primeros; han creado un ambiente de revolución: no han salido armados porque no es su naturaleza. Aparte de esto, han representado todos los papeles del aleluya, los más extravagantes. 

Las consecuencias que todo esto ha acarreado al nacionalismo vasco han sido fatales. Vamos a explicarlo.


Las fuerzas del nacionalismo vasco no han tomado parte en la revolución de forma directa; lo han hecho indirectamente, a través de la Solidaridad de Obreros Vascos, que dependía de ellos. Esto es lo que ha producido la enorme extensión que ha tenido la huelga de Bilbao, extensión que ha matado la intensidad de la propia huelga. Los efectos políticos, ¡tanto da! Los dirigentes del nacionalismo vasco se han jugado la posibilidad de tener un estatuto. No han querido escuchar ningún consejo. Se han entregado a la frivolidad más inexplicable. En Cataluña, Esquerra ha vivido pendiente de los humores de Azaña. En Vasconia, los nacionalistas han sido un fácil instrumento de Prieto, y de los socialistas. Durante el curso de la huelga, Prieto no ha estado en Bilbao. Es fácil imaginarse el pensamiento actual de los productores de Bilbao. Habían imaginado que el movimiento nacionalista pensaba en el bien del país; que lo supeditaba todo a sus intereses; que estaba desligado de las veleidades de los movimientos revolucionarios provenientes de Madrid. 

La opinión objetiva y juiciosa, en Bilbao, no perdona lo que han hecho los directores políticos del País Vasco. Ahora hacen publicar en Euzkadi los informes elaborados por la policía sobre lo que les habría pasado a sus partidarios en caso de triunfar el movimiento socialista y comunista. De dichos informes se desprende que las primeras víctimas del movimiento habrían sido los nacionalistas de los pueblos y de las capitales. Hay innumerables listas requisadas a los sediciosos en que constan circunstanciados los nombres de los personajes del partido que había que encarcelar y sacrificar. Esto, que es tan sencillo hoy en día, lo era igualmente hace diez años. ¡Pobres infelices directores del nacionalismo vasco! ¡Creían que la revolución se podía dominar como si fuera una máquina automática!

El asesinato de Marcelino Oreja - La famosa teoría del desbordamiento, 23 de octubre de 1934

Mondragón es una pequeña población vasca, situada en un valle lleno de paz, verdor y humanidad, a unos cincuenta kilómetros de Bilbao. Tiene fama de ser una de las poblaciones más católicas del país. En esta población hay una fábrica, La Cerrajera SA, una de las empresas metalúrgicas más potentes del País Vasco, de la que fue gerente el malogrado diputado tradicionalista  señor Marcelino Oreja Elósegui. El señor Oreja fue asesinado el día 5 en el mismo pueblo a cuya prosperidad había consagrado una vida llena de seriedad, de sentido, constructivo y de modernidad. 

El señor Oreja fue asesinado en Mondragón el día 5 de octubre. Fue asesinado en el mismo pueblo que había hecho crecer y vivía de sus inquietudes de industrial. Este terrible acontecimiento ha producido una enorme impresión en el País Vasco. Ha sido un golpe indudable contra los nacionalistas, y en general, contra los partidos que habían coqueteado con la revolución. La figura del finado era bastante considerable en todos los campos de la actividad del país, era lo bastante respetada como para que el horror que se ha sentido ante el suceso sangrante se haya traducido en una crítica despiadada contra los partidos que por inconsciente frivolidad han hecho posible la práctica de enormidades semejantes. 

El señor Oreja era un patrón modelo. Alrededor de la fábrica que dirigía se mueve un conjunto de instituciones sociales modélicas que le acreditaban como hombre saturado de sentido humano. Enamorado de la doctrina social católica y, a un tiempo, del particularismo del país, su sueño había sido, años atrás, encuadrar el movimiento obrero vasco en las doctrinas de la democracia cristiana. Pero después de grandes esfuerzos desistió, a causa del camino peligroso que tomaba el nacionalismo vasco en casi todos los campos. Los últimos acontecimientos le han dado la razón, y ha dejado la vida en el momento en que todas sus reservas se han confirmado. 

En Mondragón hay una auténtica desolación. La gente con quien hablo insiste, en todos los tonos, en eximir de responsabilidad al pueblo. Parece demostrado, en efecto, que fueron las turbas fugitivas de Eibar, tras ser tomadas la población y la fabrica de armas por el ejército, las que cometieron los asesinatos. Las mismas turbas asesinaron, en el propio Eibar, al señor Larrañaga. Después, se lanzaron como fieras sobre Mondragón y cometieron las atrocidades. 

Recojo dos versiones de la muerte del señor Oreja. Según los socialistas, el señor Oreja se encontraba en el despacho de su fábrica cuando las turbas entraban en la plaza misma del pueblo. Se aconsejó al señor Oreja que saliera por una puerta excusada y huyera. Sin embargo, parece que salió por la puerta principal, alegando que no tenía que esconderse por nada. En la puerta, una descarga le dejó sin vida, muerto en el acto. Una versión más dolorosa es la que procede de los sectores de la derecha: la detención del diputado, el proceso que le hizo un tribunal revolucionario y el fusilamiento después de haber hecho sufrir al diputado un calvario.

Indago entre la gente del pueblo. La gente no quiere hablar de nada. El suceso es demasiado reciente como para comprometerse. En cambio, me cuentan que los de Eibar proclamaron en Mondragón el comunismo libertario, abolieron la moneda y montaron un restaurante en la Casa del Pueblo de la localidad, ¡en el que se comió y se bebió largamente las sustancias sólidas que fueron robadas en las casas… de los demás!

Los nacionalistas vascos me dicen:

- Nosotros, los directores del movimiento, no queríamos la revolución. Nuestros cuadros pensaban lo mismo. Así se lo dijimos al señor Lerroux. Pero nos ha ocurrido una cosa: hemos sido desbordados.

- ¿Desbordados por quién?

- Por la Solidaridad de Obreros Vascos, que era el ala izquierda de nuestro partido. 

- ¡Ah!

Ahora ya verán ustedes cómo se pone de moda la teoría del desbordamiento. Companys ha sido desbordando por Dencàs. Besteiro habrá sido desbordado por Largo Caballero y los intelectuales extremistas del socialismo. Los nacionalistas (Horn, Aguirre, Monzón) habrán sido desbordados por la Solidaridad de Obreros Vascos. Ya veremos cómo, en Asturias, Teodomiro Menéndez habrá sido desbordado también por hombres que un día u otro figurarán en las primeras páginas de los diarios. 

Los hombres del nacionalismo vasco son, pues, los responsables de la situación de su país. Son un partido formado por católicos. Son un partido tradicionalista y burgués. Son un partido contrario a la violencia, a la anarquía y al desorden. El hecho es que durante todo el verano funcionaron según el estilo de Esquerra de Catalunya. Con plena inconsciencia han seguido el juego de las fuerzas más subversivas del país. Nacionalistas a ultranza muchos de ellos, se convirtieron a última hora en seguidores de Prieto, Azaña y los comunistas. Es absurdo pensar y suponer que no iban a ser desbordados; lo extraño es que no lo hayan sido antes y más intensamente. 

Es triste tener que decirlo y recordarlo. Se han quemado iglesias y asesinado sacerdotes; ha habido muertos y heridos en Éibar, en Pasajes, en todos los puntos de concentración social del país. Se ha asesinado a los señores Larrañaga y Oreja Elósegui. En Bilbao ha habido momentos desagradabilísimos. El asalto y saqueo a las tiendas y comercios de Sestao asciende a más de seiscientas mil pesetas. Ha sido quemado el Palacio Salazar de Bermeo. En comparación con lo que ha pasado en Asturias, esto, ciertamente, es poco. Pero que todo esto haya podido hacerse y llevarse a cabo flirteando con un partido católico, capitalista, tradicionalista y contrario a la violencia, pasa realmente de la raya. 

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